viernes, 24 de junio de 2016

El Viaje hacia Japón - Cuento de Iván

       
“El viaje a Japón”





  Campanero, un toro muy bravo, vivía en Madrid. Desde que era muy pequeño ya tenía la ilusión de viajar a Japón, pero sus padres le decían:

-      ¡MUUUUHHHH! Pero Campanero ¡Hiijoooo! ¿Dónde vas a ir tú al Japón? ¡Con lo lejos que está!

Campanero se ponía a llorar porque no podía ir a Japón; pero pensaba:



¡Cuando sea mayor iré a Japón yo solito!. Luego, se daba cuenta de que no podía hacer este viaje porque no tenía dinero para comprar el billete de avión.

¡La única solución será estudiar mucho para aprender! Así, cuando sea mayor tendré un trabajo y podré conseguir el dinero necesario para poder viajar a Japón y cumplir mi ilusión. El tiempo pasó muy deprisa y casi sin darse cuenta nuestro torito estaba en el avión.

Al llegar a Japón se encontró una tortuga que se llamaba Rafaela.


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Se hizo amigo de ella, y a los cinco minutos se fueron al parque y jugaron al pilla-pilla. Entre carrera y carrera, vieron que desde una rama cercana había un pajarito. ¡Era un loro!

El lorito Bart, al verlos correr gritaba desde su rama:

¡Quiero jugarrrr!
¡Quiero jugarrrr!

Campanero y la tortuga Rafaela dijeron: ¿Quieres ser amigo nuestro? Y dijo el loro Bart:

¡SIIIII!

Entonces dijo el loro Bart: ¿podemos jugar al escondite?.

Campanero y la tortuga Rafaela decidieron que sí.

Al rato, Campanero, Rafaela y Bart ya estaban aburridos. Entonces pensaron que estaría bien ir a dar una vuelta. Sin más, dejaron de jugar y cruzaron un puente de piedra muy, muy largo.


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Por el puente caminaban dos señores que al verlos pasar les dijeron ¡Buenos días!. Cruzaron campos……….


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………. desiertos………


http://tierrablog.net23.net/wp-content/uploads/2012/10/desierto-del-sahara.jpg

……….. y por fin llegaron a una ciudad muy grande, llena de edificios.



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Estaban cansados de caminar y de dar vueltas sin saber donde ir. Bart les dijo a Campanero y a Rafaela:

¡Preguntemos a alguien donde podemos ir!

Se acercaron a una chica china y le preguntaron si sabía donde podía encontrar una plaza de toros porque Campanero quería pillar a alguien.

La china les dijo:

¡Oh, que suelte habéis tenido! Muy celquita de aquí hay una plaza de tolos. Si queléis yo os puedo lleval.

De camino hacia la plaza, la china se encontró con un amigo vestido con el traje brillante que quería torear con el toro Campanero.

¡Que bien! ¡Que bien! Pol fin hoy podré toleal.


La china, Rafaela y Bart se sentaron a ver la corrida.

¡Ole! ¡Ole!!

Gritaban desde las gradas. Y Campanero cada vez estaba más contento. Cuando de repente escuchó un sonido que le resultó muy familiar:


 


¡PI, PI, PI….!

¡No se lo podía creer! ¡Todo había sido un sueño! Ni era mayor, ni había viajado en avión, ni siquiera había conocido a Rafaela, a Bart, a la china, ni al chino. Eso sí, en su sueño se lo había pasado muy bien. Ahora solo le quedaba esperar a ser mayor para poder hacerlo realidad.










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